Fátima estaba asustada cuando la conocí. Había hipotecado su piso para un negocio de su hijo que le salió mal. El banco la acosaba cada día para que pagara más del precio por el que se podría vender su vivienda. Enseguida le conseguí a David, un joven inversor que quería comprar una propiedad como la de Fátima. Me puse en contacto con el fondo que tenía embargado el piso y me aceptaron una quita para que a Fátima le quedara dinero para complementar su pensión y así poder irse con su hijo (que ya tiene trabajo) y sus nietas a una nueva vivienda en la que comenzar una nueva vida. Fue un placer poder ayudarles. Ánimo familia!